Miroslav Tichý (1926-2011) nació en Nětčice, República Checa, hijo único de un sastre, Antonin Tichý,
Pasó su infancia en Kyjov
hasta el final de la Segunda
Guerra Mundial cuando ingreso a la Escuela de Bellas Artes de Praga.
En 1948, inconforme con las
políticas impuestas al sistema educativo de la escuela de artes por parte del
gobierno, abandonó sus estudios. Se convirtió en un indigente considerado como
un enfermo mental por la policía Checa, lo cual le costo el tener que pasar por
centros de tratamiento psiquiátrico y encarcelamientos frecuentes debido a su
comportamiento considerado anormal. Tras haber sido desalojado de su casa y
haber perdido su obra pictórica, Tichý decidió optar por la fotografía.
Su escasez de recursos,
mas no de inventiva y acucioso sentido de la ingeniería casera, comenzó a
construirse el mismo su propias cámaras fotográficas valiéndose de distintos
tipos de materiales de deshecho. También coleccionaba cámaras encontradas en la basura, con
las cuales se dedico a tomar
fotografías cándidas de mujeres jóvenes y de todo tipo, por lo general en
espacios públicos, parques, playas, etc., que luego revelaba de manera rudimentaria
en su propio laboratorio.
Las cualidades
rudimentarias casi primitivas de sus fotografías sin embargo poseían un carga
de erotismo y sensualidad propia de una estética propia, acorde son sus
obsesiones y tendencia voyeurista. En el 2000, su trabajo fue descubierto por
el renombrado crítico de arte Harald Szeeman quien le organizó en 2004 una exposición en la Bienal de Arte Contemporáneo de
Sevilla.
En 1999, Tichý había
sido objeto de otra exposición en la Die Blaue Kunsthalle DuMont de Colonia,
Alemania. Momento a partir del cual comenzó a ganar notoriedad por el carácter
no convencional y curioso de sus fotografías, llegando a ser exhibido en el
2009 en el centro Geoge Pompidou, en Paris y el International centre of
Photography en Nueva York, entre otras.
Miroslav Tichý murió en abril de 20011, a los 84 años, luego de haber
alcanzado, aunque tarde en su vida, gracias a lo atractivo y curioso de su
trabajo, una notoriedad de carácter internacional que nunca buscó, en un momento en el que la tecnología de la imágen digital se impone sobre las tradiciones de la fotografía anlógica. Una vez mas,
como es típico en estos casos, las fotografías de este "marginal" de
la fotografía se cotizan ahora en el mercado del arte en precios absolutamente
inimaginables.
¡Hasta que a alguien se le prendió el foco al fabricar su propia cámara, y no la presume de comprarla!
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